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Edgar Alfonzo pide paciencia a los fanáticos


El piloto está convencido de que Magallanes saldrá de la crisis actual, pues tiene piezas para hacerlo.

CARACAS.- Edgar Alfonzo toma posesión del cargo de mánager magallanero en una coyuntura adversa. La nave, que ha encajado cinco reveses en hilera, se ha vuelto una escafandra que explora las profundidades de la tabla de clasificación, se parece más al Nautilus de Julio Verne que a una carabela pirata. La tarea de Alfonzo es devolver al barco a la superficie y para ello pide paciencia. “No es tan mala la situación, tampoco”, anima el hombre que, sin desearlo, reemplazó a Nick Leyva cuando a éste le pidieron desalojo del puente de mando.

“Lo que puedo decirles a los fanáticos es que tengan paciencia y les dan ánimo a los peloteros”, dice Alfonzo. “El equipo está empezando a jugar mejor y no es que estamos a diez juegos de la clasificación, estamos a dos. Si ves la tabla de posiciones te das cuenta de que todos los equipos están parejos, el único escapado es el Caracas. El material está ahí. Lo que necesitamos es ganar unos tres juegos seguidos para que las cosas se calmen, ya que ahora hay presión en todos lados, aunque eso es parte del juego”.

“Es un reto muy grande dirigir al Magallanes, un equipo de tanta tradición”, expone Alfonzo. “Es fuerte, pero estoy bastante contento. Lo que nos ha faltado es anotar carreras, estamos entre los últimos en carreras anotadas, hemos dejado demasiados hombres en bases y en posición anotadora, a pesar de que aparecemos entre los mejores en bateo colectivo y en jonrones. Buena parte de nuestras anotaciones han sido producto de cuadrangulares, faltan los batazos en momentos oportunos. Creo que el bullpen se ha mantenido, al igual que los pitchers abridores”.

El padre, el hermano
Al asumir el mando de la galera, a Alfonzo lo toca dirigir a dos de sus grandes afectos: su hermano menor, Edgardo, y su hijo, Edgar. No es fácil separar el cariño del trabajo, y el ex pelotero de los Leones del Caracas lo reconoce. “Es algo inexplicable”, dice. “Van a haber situaciones en las que voy a tener que traer a mi hijo a lanzar y siempre uno tendrá la inquietud de que no haga el trabajo, o de que mi hermano no haga el trabajo. Uno tiene que saber cómo manejar eso. Cuando traigo a mi hijo debo verlo como a un pitcher normal, pero cuando vuelvo al dugout empiezo a ligar: ‘Dios mío, que saque el out’. Uno se pone nervioso, con el corazón a mil millas”.

FUENTE: LIDER

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